O.T.H. | Editoriales

El teatro nos sorprende y nos salva

Declaración del Observatorio Teatral Hispano, a propósito del Día Mundial del Teatro correspondiente al año 2022, leída en la sede de Artefactus Cultural Project.

Teatro Dramático de Mariupol, en Ucrania, antes del bombardeo

27 de marzo de 2022


El teatro vuelve a sorprendernos. Porque no solo sobrevivió a las tecnologías del siglo XX, si no que las ha integrado; y hoy las nuevas tecnologías y las proyecciones audiovisuales son un recurso constante dentro de la densidad sígnica y de lenguajes que siempre ha sido el arte escénico. Porque este no solo entretiene y educa, también forma, corrige, libera, cultiva y salva a seres humanos que, al abandonar sus lunetas o la instalación, recuperan la plena condición de sujetos sociales. Porque todo en el teatro es material, artesanal, pero también espiritual e intelectual. Y alcanzar esa condición integral, dentro de cualquier estética o estilo, salva un espectáculo pues salva la humanidad de las personas que en el teatro han encontrado un refugio.

Enormes letreros en ruso avisan que hay niños (дети) en el interior del edificio

El teatro vuelve a sorprendernos. Incluso, lo hace en el peor escenario de la civilización: la guerra. Hace pocos días, en la ciudad ucraniana de Mariupol, fue bombardeado por el invasor ruso un teatro. Era el Teatro Dramático en Mariupol. Era nuestro teatro en Mariupol y hoy es un conjunto de ruinas. El cobarde invasor ruso, compatriota de Stanislavsky y Meyerhold, padres del teatro actual, realizó semejante crimen contra las 1300 personas (niños, mujeres, ancianos) que se refugiaron en esa instalación, sin respetar la palabra rusa NIÑOS, escrita delante y detrás del edificio con letras enormes, visible desde el aire. Pero la tragedia no fue absoluta. Alrededor de 300 personas fueron asesinadas, mientras el resto salvó sus vidas. A la vez, en Polonia, cerca de la frontera con Ucrania, los compatriotas de Grotowski y Kantor, están acogiendo en alguno de sus teatros a los numerosos refugiados ucranianos que huyen de los horrores de la guerra.

Las ruinas después del bombardeo

Así el teatro vuelve a sorprendernos, a salvarnos. Y no debido a la naturaleza de su arquitectura ni por ser una maquinaria escénica de la conciencia funcionando en modo poético y ritual, ni siquiera por la bondad de sus amantes. Porque el teatro salva a pesar de las personas que lo hacen desde la creación y de las personas que lo hacen desde la percepción. Porque su eficacia ocurre siempre en las personas, nada más que en las personas, ya estén en una sala a la italiana, una plaza o en un espacio flexible. Porque, si la ejecutoria íntegra del hecho teatral supera (no anula) las miserias humanas, se manifestará en el proceso de montaje, en la representación, o en ambos, lo que llaman “la magia”, que no es más que la dimensión espiritual del arte: es decir, la exaltación y el mejoramiento humano de quienes se han involucrado en esta actividad milenaria.

Refugiados ucranianos en un teatro polaco del pueblo fronterizo de Przemysl

Hoy el teatro vuelve a sorprendernos porque nos rescata de entre las ruinas, nos ayuda a sobrevivir, nos salva, también, de nosotros mismos por medio de la belleza.